SEÑOR EMPRESARIO, NO TENGA MIEDO DE ACOGERSE AL RÉGIMEN DE INSOLVENCIA.

Acogerse al régimen de insolvencia lejos de ser un fracaso, es una decisión responsable para con su empresa, sus acreedores, su familia y su salud. No tenga miedo, ¡Inténtelo!
La crisis económica que actualmente atraviesa el país por consecuencia de la emergencia económica, social y ecológica originada por el Covid-19 es, sin duda alguna, uno de los mayores retos a los que se han podido enfrentar el empresariado colombiano. El confinamiento de los últimos meses ha significado el cierre de negocios y empresas, afectando de esta manera el empleo y la economía del país.
El gobierno nacional, en cabeza el presidente de la república, y en uso de sus facultades extraordinarias, ha buscado contrarrestar el impacto de la emergencia en la economía del país mediante la expedición de distintos decretos legislativos cuyo objetivo principal es darle una mano al empresario en estos duros momentos de adversidad. El régimen de insolvencia no es nuevo, no nace en medio de la crisis del Covid-19, pero sin dudas puede ser una herramienta valiosa para la empresa viable (entendiendo “empresa” como toda actividad económica organizada para la producción, transformación, circulación, administración o custodia de bienes, o para la prestación de servicios. Independiente de que sea persona natural o jurídica). Para no adentrarnos en la historia de las normas de insolvencia, hoy podemos decir que las principales normas que regulan la materia son la ley 1116 de 2006 y los decretos legislativos 560, 772 y 842 de 2020.
El objetivo principal de acogerse a un proceso de insolvencia para recuperar su empresa, es lograr un acuerdo de pago con sus acreedores en condiciones más favorables, que garanticen la supervivencia de la empresa y el pago de las deudas. Lo primero que hay que saber es que intentar salvar su empresa a través de las normas de insolvencia no constituye un fracaso como empresario, ni es la aceptación de una quiebra, así que lo primero que debe perderse es el miedo al qué dirán. Quien intenta un proceso de insolvencia, por el contrario, asume responsablemente su crisis y busca la manera salir de ella, dándole la cara a sus acreedores y sometiéndose a las reglas, en igualdad de condiciones con ellos, que trae consigo un proceso de estas características bien sea con la Superintendencia de Sociedades o los Jueces Civiles, según corresponda. Es cierto, al empresario insolvente, difícilmente le abrirán líneas de crédito en entidades financieras, y seguramente uno que otro acreedor no lo verá con buenos ojos.
Estas y otras razones detienen al empresario a acogerse a procesos de insolvencia, sumadas a esa inexplicable sensación de fracaso que algunos sienten al aceptar que no pudieron seguir nadando por sí mismos y les tocó tomar un salvavidas. Nadie quiere entrar en una situación de insolvencia, pero no son los primeros ni serán los últimos, y menos en estos tiempos. Colombia es un país donde la insolvencia pareciera ser un pecado, por eso muchos sectores de la economía se encuentran en deuda con quienes en determinado momento se ven obligados a tocar esa puerta, empezando por el sector financiero, más indolente que nunca por estos días con quienes se han visto más afectados por la crisis del Covid-19.
Son momentos difíciles, donde resistir es fundamental, pero donde sobre todo debe primar la capacidad para tomar decisiones inteligentes en el momento oportuno. Es vital que usted sepa determinar cuándo definitivamente necesita acogerse, o acoger a su empresa al régimen de insolvencia. Si está en esa situación, y en los presupuestos de admisión que determinan las normas, no lo dude, inténtelo. No se es menos empresario por querer salvarse, por querer sostener su familia, por querer mantener los empleos que genera su actividad. Que el ego o el miedo no le quite la posibilidad a usted, a su familia y a sus empleados de tener calidad de vida y posibilidades de seguir adelante en medio de las adversidades.
Asesórese bien y no pierda la oportunidad de ser uno de la lista de los salvados por saber decidir a tiempo, siempre será mejor intentarlo que ver impotente cómo sus sueños se esfuman. Recuerde que las deudas son negociables, su tranquilidad no.
Leandro A. Arias Romero
Socio Consultor
Due Solutions – Especialistas en Insolvencia
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